miércoles, 24 de junio de 2009

De Montezuma a Cabuya. Olas para surfistas, la isla del cementerio y reserva natural de Cabo Blanco

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Había quedado en llegarme con Vanessa a Cóbano después de comer. Motivo: la compra de un carro, lo que debía tenerme contento, pero no, una noticia y la falta de otra del puñetero país que deje atrás me tenían fuera de mi. Dificilísimo escapar del sistema.
Operación de cambio de divisas en el Banco Nacional de Costa Rica y nos llegamos a por el vehiculo. Noto cierta pena, en la hasta ahora dueña, al desprenderse de él.
Vanessa dice de ir a probarlo, le digo que conduzca ella y veo que el camino, que no carretera, es hacia Montezuma. ¡Bueno! Me dije, ya va siendo hora de conocerlo.
Mi irritación seguía, por lo que no iba pensando en el carro ni puñeteras ganas que tenia de conocer la meta de la mayoría de los mochileros, tanto gringos como europeos.
Leer el restoCuando me doy cuenta observo que Montezuma quedaba a un lado y seguíamos camino. Vamos bordeando la playa y la vegetación es exuberante. Nadie, o al menos yo, se puede abstraer de tanta belleza, por lo que sin darme cuenta no solo voy dejando atrás los problemas, sino que cada vez voy prestándole más atención a lo que me rodea. Saco la maquina fotográfica y comienzo a tomar instantáneas. Hay sitios en los que no me contengo y le digo a Vanessa que pare y saliendo del vehiculo me quedo embobado contemplando lo que veía. Cruce de caminos y al poco me dice que estamos en Cabuya. Si en todas las poblaciones de estos alrededores, las casas están desperdigadas a lo largo de la carretera, aquí ya es difícil ver una desde la que se divise otra, aunque no falta el súper, campo de futbol y la verdad no recuerdo si iglesia, que indicaban que era una población.
Llegamos a la entrada de la , donde había un parqueo para los vehículos y el resto habría que recorrerlo por sendas.

De vuelta Vanessa me dice me va a llevar al , suponía que algo de especial tendría puesto que no es normal que a semejante sitio te lleven. No podemos llegar a él, el cementerio esta en una isla y solo se puede acceder a la misma con marea baja en la que queda al descubierto un sendero que hasta allí llega. Pangas varadas y marengos en sus faenas; la mar estaba brava y no es día de salir de pesca.
Vuelta. Vanessa para el coche. Tanto había que ver que a la venida se me escapo un grandioso árbol. Jamás había visto semejante mole y dudo que haya muchos de tal diámetro; con posterioridad investigo y es un que ha sido declarado árbol excepcional 2009 en Costa Rica. Impresionante.
Pasamos por el puente del río Lajas. Me dice que solo lleva allí unos pocos de años y que cuando no existía, y había un temporal que podía durar incluso semanas, el río era invadeable razón por la que Cabuya permanecía aislada del resto del mundo.
Nuevas paradas. Playas preciosas para practicar el buceo y a esas alturas mi bienestar había subido tanto que de haber tenido las gafas y la aletas no lo hubiera dudado y al agua me hubiera ido. Pero aquí no acaba la cosa, otras con unas olas impresionantes, razón por lo que Montezuma es tan visitada por los surfistas.
Llegada a Montezuma y esta vez paramos. Muchos hippies vendiendo abalorios y fumándose su buen puro de marihuana sin ningún complejo. Entramos en un bar cuya clientela es multinacional y también me asombra lo barato de los precios.
Retorno a Cóbano; me decido a conducir el carro y este me parecía un deportivo y el camino con baches, que más que tales eran verdaderos cráteres, se me antojaba una autopista.
Ya en mi bahía, pensé que ella no era lo mejor de Costa Rica. ¡Lo siento por ti!
Con todo lo que más me ha llamado la atención de este paseo inaugural de mi nuevo carro, es la capacidad de la mente humana de pasar de un estado de ánimo malo a otro de casi absoluta felicidad simplemente con la observación de cosas bellas. Hace unos días escribía sobre Lo que perciben nuestros sentidos; me quedé corto.


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