viernes, 7 de agosto de 2009

La anodina vida de mi amiga Rosa

Todo el día esperando noticias de España, para mí muy importantes, sin ningún resultado, me tenía con los ánimos por los suelos. Llovía aunque ligeramente, pretexto para ir en el coche en vez de andando como manda mi ritual de contemplar los atardeceres. En la puerta del Súper mi amigo Javier haciéndome unos aspavientos, que indicaban claramente su estado de locura, motivo por el que agradecí el ir en el carro, pasar de largo y llegarme directamente al Bar los Gitanos.
Completamente vacío.
Me siento de espaldas a la barra y pido una Tropical y para mi sorpresa hoy las tienen. Contemplo la lluvia, pero mis esperanzas estaban puestas en que se abriera un claro por encima del embarcadero para poder observar y en su caso fotografiar la luna llena. Voy perdiendo las esperanzas mientras oscurece.
Leer el resto Se que han entrado mas clientes pero ni puta atención que les he prestado, si a Luis que aparca su moto frente a mí y al pasar me saluda fríamente.
Estaba a punto de recoger velas cuando llega Javier, que después de las putadas de los últimos días espera que lo mande a la mierda, pero sus chifladuras en estos momentos me parecen banales en comparación con lo que tiene mi mente perdida. Decido volver.
De vuelta estaba, cuando suena el teléfono. Estuve por no cogerlo pensando que era la persona que todos los días lo hace para preguntarme como amanecí, pero me equivoqué, era mi amiga Vanessa diciéndome que quería ir a Pochote pero no tenia ganas de hacerlo sola.
En absoluto tenia ganas, pero por otra parte no quería seguir imbuido en mis pensamientos derrotistas.
Vanessa, es tu aventura, tú mandas, yo me dejo llevar, le digo.
Llegamos a casa de Rosa y en el camino, bajo la lluvia, esperaban ella junto a su hija y Kim. Cuando me doy cuenta estamos sentados en la terraza del Monos Bar.
Lugar precioso con luz del día pero de noche a nadie se le ha ocurrido colocar una farola o un foco que ilumine el estero, por lo que más parece estás en la boca del lobo.
No, no estaba la conversación muy animada, hasta el punto que en algún momento dije aquello tan socorrido de ha pasado un ángel, cosa que las demás no comprendieron, pero que fue suficiente para que algo se animara la cosa. Normalmente yo animaba la conversación pero repito, esta no era mi noche. Desaparecen Vanessa y Kim, e incluso se llevan a la hija de Rosa, y quedo a solas con ella.
Rosa, tímida donde las haya, no abriría la boca y yo para hacerla hablar la ataco inmisericordemente: ¿Qué haces durante el día?
Nada, escucho la radio y veo la televisión. Sabía perfectamente lo que me iba a contestar, ya se lo había preguntado otras veces.
¿No lees, no te has buscado algún entretenimiento como hacer artesanía o algo por el estilo?
No, nada.
Me dijiste que te gustaba la pesca, ¿tampoco pescas ahora?
Creo no se pesca nada.
Mujer, esta tarde he visto a varios pescadores que iban con unas buenas piezas.
Pues no sabia que se estaba pescando.
¿Cuándo me enseñaras a pescar? Se trata de pescar en la orilla pero no con caña sino lanzando los anzuelos como si de un lazo se tratara. El pretexto para no hacerlo es mas bien una evasiva. No se ve conmigo a solas enseñándome a hacerlo.
Cuéntame como fue lo de tu hija y el por qué el padre no esta contigo. Otra me hubiera mandado a tomar por el culo, pero Rosa ni se atrevía a esto y con el respeto que me tiene hubiera sido un feo no contestarme.
Fue en Puntarenas, era muy joven, me gustaba y vivimos juntos.
¿No os casasteis?
No, convivimos sin más, me quede embarazada (mal endémico de este país) y me vine a tenerla aquí, ya con la niña de varios meses volví a Puntarenas y él la conoció.
¿No dijo nada de casarse?
No
¿Y tampoco te paso una pensión por ella?
Nada, ni pañales ni leche.
¿No lo has vuelto a ver?
No
¿Tiene tus apellidos?
Si
Bueno, puñeteros apellidos que nos marcan como si de reses se tratara. A mi no me preocuparía.
No, ni a mi tampoco.
Rosa, pero... ¿pensaras casarte alguna vez?
No
No todos van a ser como el padre de tu hija.
Conozco como su marido maltrata a mi hermana, no solo con palos, porque hay otros maltratos que son peores. (me asombra esta puntuación). Discuten y se dicen cosas muy feas. También me cita a otras amigas que son maltratadas.
Prefiero mi libertad.
¿No has tenido otras relaciones?
Si pero en este pueblo todos nos conocemos y se lo que me espera así que como te he dicho sigo como estoy.
Aparecen Vanessa y Kim y dicen de irnos a la playa. No comprendía lloviendo que íbamos a hacer allí, pero me dejo llevar.
Llegamos y cosa curiosa a pesar de estar lloviznando había una claridad anormal. Podías pasear por la playa con excelente visibilidad. Yo lo hago el primero, pero no me seduce ponerme chorreando así que vuelvo al vehiculo. Vanessa y Kim también habían salido y en el carro quedamos Rosa y yo junto con su hija; no quería que esta se mojara.
Niña traviesa, como todas y toca en todos los mandos por lo que me tengo que pasar al asiento delantero a deshacer el desaguisado.
Pienso en seguir martirizando a Rosa, pero no, es demasiado. No le digo nada. Ella no habla si no es con sacacorchos, por lo que se establece un silencio sepulcral. Los dos estamos violentos, pero ella mas. La niña dice que tiene sueño y ve el cielo abierto para salir y llamar a las otras dos. Vuelven y respiramos.
No, en estos pueblos no hay cines, salas de reuniones, talleres de manualidades ni de cualquier otro tipo, parques donde pasear, el tener computadora es de marcianos, así que alguien me diga la vida que le espera a mi amiga Rosa.
Las peluquerías para ellas no existen, raramente se pintan y muy ligeramente, engordan, en una palabra, se abandonan. A nadie tienen que gustar.
Me siento culpable. Algo podría hacer, pero la verdad es que no tengo espíritu de Vicente Ferrer.

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