jueves, 22 de abril de 2010

Próxima vuelta al mundo que abandoné y acaeceres del mundo que me rodea

Hace tiempo que el mundo que dejé me reclama por diferentes motivos. Mentiría si no dijera que hay entes en él que me hace ilusión el volver a verlos, pero mis dudas existenciales me hacían pensar si dejar que se resolvieran solas, o incluso no se resolvieran, o actuar cuanto antes, no pensándolo y cogiendo un avión para hacerlo. No me hacia ninguna ilusión volver al pasado. Al final tome una decisión salomónica: Iré cuando por aquella parte del mundo acaben los fríos. Esto lo sabía la que es mi pareja, por lo que antes de venirse a compartir su vida conmigo, decidimos que se trajera la reserva de billetes. Tenemos los días contados. Comenzó la marcha atrás.
¿Miedo? ¿Ilusión? No se describir lo que siento. Quizás la palabra sea neutro.
Que aquel no es mi mundo lo tengo seguro. ¿Cuánto tiempo pasaré allí? No me preocupa, pero se que mas pronto o mas tarde volveré a dejarlo, al menos, mientras mi cuerpo me lo permita. ¿Volveré a Costa Rica? Posiblemente si, pero es curioso que después de la obtención de la residencia, siga pensando que nada me ata a este país, y aquí no incluyo a personas, puesto que vayas a donde vayas siempre dejaras a alguien atrás.
Creo he mencionado la palabra mundo, pues bien, me vine pensando en descubrir uno nuevo y aunque tardé bastante, caí en la cuenta que el que buscaba estaría incompleto si en él no me acompañaba una mujer. De la forma mas extraña que a una persona se pueda imaginar, en estos momentos y espero que hasta el fin de mis días, la tengo, por lo que estoy entrando en mi tercer mundo, un mundo que ya no es solo mío, por lo que estoy perdiendo algo de mi libertad a la que tanto canté en escritos anteriores. Merece la pena; a cambio tengo una persona a mi lado a quien contar mis penas y mis alegrías, cosa que también he echado de menos en bastantes ocasiones.
Mis tiempos están cambiando; sin ir más lejos, el que dedicaba a escribir en este blog, cada vez es más escaso, pero a cambio de conversaciones maravillosas en las que nacen proyectos subliminales que posiblemente nunca alcanzaremos.

Mientras han pasado cosas. Cosas que cualquiera de ellas por si sola hubiera tenido para una sola entrada, pero que voy a mencionar de pasada para que quede constancia de ellas.

Carlos y su sobrino Alejandro hacia tiempo que andaban tirantes, cosa que a mi no me extrañaba puesto que los conozco bien a los dos. Son dos ovejas negras. Carlos se encontraba en nuestra tertulia, Alejandro en la barra del Bar Los Gitanos, Carlos fue a por una cerveza y cuando se encontraron salto el detonante. Regresa Carlos y detrás Alejandro. Intento calmar a Alejandro y creí lo había conseguido. Carlos dice una gilipollez y nuevamente encrespa a Alejandro. Esta vez es María la que intenta calmar a Alejandro, pero a la hora de decir la ultima bravuconada hasta la voz le cambio a Carlos; le salio una de ultratumba y amenazante sin dejar dudas que la cosa acabaría en pelea, como así fue. Yo había visto peleas de niños e incluso participe en ellas cuando lo era, pero las de mayores aparte de en las películas nunca las había visto. Iban a matarse. Los puñetazos, no eran tan esquivables como en el boxeo. No se exactamente como acabo, posiblemente cuando el agotamiento les hizo pensar a cada uno por separado que ellos podían ser los perdedores. Me jode mi falta de reflejos, puesto que al igual que siempre, llevaba mi cámara encima y podía haber sacado un video de la misma, hubiera sido curiosa ver la reacción de ambos al verse peleando. No llegó la sangre al río. Algunos moratones y quizás contusiones en especial en las costillas de Carlos. Con todo lo que mas me sorprendió es que al día siguiente mientras lo comentaba en el Súper, alguien me dijo: La gente se va civilizando, ahora es raro ver un pleito, pero hasta hace bien poco cuando alguien preguntaba ¿Cómo estuvo el baile?, la contestación podía ser: regular, solo hubo dos pleitos.

María y yo nos encontrábamos en una playa de Cabuya. Llego una panga con su pesca, y cuando la descargaron, uno de los tripulantes, cogío una caja y con un palo la fue golpeando a modo de tambor. Espantaba a los congos que habían encima de donde iban a hacer sus operaciones y no comprendía el por qué. No tarde mucho en averiguarlo cuando intentaba fotografiarlos: me escape de una cagada por milímetros, pero no ya tanto de una hermosa meada. Cuando lo comente, me dijeron que no solo defendían su terreno de los humanos, con meadas y cagadas, sino tirando frutas. No me podía creer que los monos estuvieran tan cerca de los humanos. Utilizan armas para defenderse (¿o para atacar?) de nosotros. Lo investigue y . Hay más información. No tanto me creí cuando me preguntaron si allí había alguna mujer y les dije que si a lo que me contestaron que seguro tenia la regla, motivo por el que especialmente me mearon.

Cartago es un personaje en el que al principio de mi estancia por estos parajes, le tome cierta manía; no podía comprender su afán por ligarse a una menor (de edad que no de cuerpo). Es poco hablador por lo que saber de su historia he tardado bastante. Es de las pocas personas que por aquí lee y de hecho me ha prestado algunos libros. Desconocía la causa por la que llego por estos parajes: Mi mujer se empeñaba en que antes de volver del trabajo la llamara por el celular, y dos veces que se me olvido hacerlo, me di cuenta que mientras abría la puerta delantera veía cerrarse la trasera. También aquí fui corto de reflejos. Cuando caí, y vi de la forma tan seria que me lo contó, me destornillaba.







Interesante el por qué el guanacaste es el árbol nacional de Costa Rica, el inédito cartel que había en un restaurante, que no soda, de San Ramón, los cementerios de este país, árboles floreciendo [en la imagenes el corteza amarilla o cortez amarillo y el malinche o flamboyán (flores rojas)]. De cómo gracias a los oficios de María pudimos pasar en el ferry de las cinco (el coche, situado en la misma proa, llego mojado de agua salada hasta los asientos) y mas, pero se acerca la hora en que mis tinieblas neuronales impidan que este más delante de este aparato, sin embargo, haré un esfuerzo y comentaré algo de lo que me hablaron en nuestro viaje a la Playa de los Muertos.





Playa preciosa y repito que merecería un escrito aparte e incluso un álbum de fotografías. Con nosotros venían los tres hijos de Tabo y Verónica. Entre baño y baño, surgió lo del posiblemente ahogamiento de uno de ellos, como es lógico hablábamos en el mar, y la forma de evitarlo, que no solo han tenido ellos, sino mucha gente del lugar: Guardan un trozo del cordón umbilical, y cuando llegan a cierta edad, lo tiran en alta mar.

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1 comentarios:

Anónimo dijo...

Pues yo me alegro de que vuelvas, así podré conocerte en persona. Me gusta que cuando, ahora, hablas de ti, lo haces muchas veces en plural, lo que significa que la pieza que buscabas para completar tu puzzle ha terminado completándote a ti. Lo que no me gusta es que escribas menos, pero ¿quién soy yo para quejarme? (mucho y más podrías decirme tú a mí, ¿verdad?).
Hablas de tu vuelta y de un sentimiento que calificas como neutro. ¿Te has parado a pensar cómo será observar ahora ese mundo que abandonaste a través de los ojos y la compañía de tu compañera? A lo mejor te llevas alguna que otra sorpresa que te saca de esa neutralidad.
Fantástico el cartel de «Se prohíben escenas amorosas», pero me surge una duda que tal vez tú, o el dueño del local, podéis resolverme… si se prohíben escenas amorosas, entonces, ¿se puede una magrear en el local si no hay amor? Ja, ja, ja…