domingo, 25 de enero de 2009

Continúa el muro de las lamentaciones. Efecto de la drogas y de unas costumbres

Cada vez estoy más convencido de que cuando he descrito los efectos de la droga y de la forma de ser de los habitantes de estas latitudes, de los que me he rodeado, me he quedado corto. Volveré a reescribirlos con los datos de que ahora dispongo. Esta es la historia, inacabada, de Raquel y Edwards
Leer el resto En la mesa de mi playa, en la que me siento todas las tardes a contemplar el ocaso del día y le doy la bienvenida al cielo estrellado, es raro el día que no me viene alguno de mis amigos a contarme sus penas. Lo normal es que no solo no les consuele sino que encima les regañe, por lo que me pregunto el por qué siguen acudiendo a mí y la razón que me ha dado es que los ticos por naturaleza son masoquistas, y no creo que sea la causa, sino que pienso soy el único que los escucha, y a veces haciéndolo tengo complejo de cura tras un confesionario.
Hace un par de días, la tertulia estaba bastante animada. No se me había escapado que en la mesa junto a la mía se encontraba Edwards acompañado por otra persona cuyo nombre no recuerdo, aunque si su desgraciada historia, y el motivo de que no se acercaran también lo daba por supuesto: frente a el había varias latas de cerveza y el sabia perfectamente que me había jurado ante su dios que jamás volvería a probar el alcohol. No era la primera vez que lo hacia, puesto que en las pasadas fiestas no fue una la vez que lo vi pegado a la barra de Los Gitanos y los efluvios alcohólicos los manifestaba solo en la forma de saludar.
Viendo que la tertulia se prolongaba, se acerco a la misma y dirigiéndose a mí, casi al oído, me dice que necesita hablar conmigo; no tardo en abandonarla y sentarme con él en su mesa. Sus lamentaciones no tardan mucho en aflorar, sus ojos húmedos, Raquel lo había abandonado.
Mi respuesta fue inmediata: Mucho ha tardado en hacerlo. Es difícil convivir con una persona que en cuanto coge un poco de plata, en vez de gastárselo en su familia, se lo gasta en guaro.
Pretendía negar la evidencia, pero ante el bombardeo que le hago de las situaciones en las que lo he visto bebido, lo asume pero me razona: Es que con el máe que se ha ido también bebe. No se de quien se trata así que le digo que se olvide de Raquel y que piense en su hija y en dejar la bebida.
Abandono la tertulia y dando un paseo me vengo para mi casa y en el borde de la acera veo sentada una uila y al acercarme, ¡sorpresa!, es Raquel. Me paro a saludarla y termino sentándome junto a ella porque sin yo pedírselo me desgrana su vida junto a Edwards y lo insoportable que se le hacia verlo borracho a todas horas. Entre medias, también se culpa diciendo que tampoco ella es una santa, que tampoco se priva de unas cervezas ni de un puro (marihuana) pero que nunca pierde la razón como su compañero. La historia de Raquel, merece libro aparte. A sus veintiún años a pasado las de Caín. Vivía en una isla con un compañero, drogadicto por supuesto, junto al cual se dedicaba a la pesca en una panga y que un día que se ausento, al volver, se encontró a mucha gente y a la policía cerca del hombre de su vida, que se había ahorcado. Cuando me lo cuenta me dice, con lagrimas en los ojos, que lo que recuerda peor es que la policía no la dejara acercarse a abrazarlo, ni que pudiera verlo mas. Problemas con su familia que la van alejando de ellos, hasta que conoce a Edwards y se va a vivir con él a una vivienda del quinto mundo, carente de electricidad, de agua potable y sus necesidades fisiológicas en el descampado.
Final de la historia con Edwards. Esperaba que una prima suya le pidiera permiso a su marido para pasar la noche en su casa. La veo suficientemente preparada como para saber que los efectos de la droga (los ha sufrido en carne propia) no son buenos y que en buena compañía la dejará, así que solo se me ocurre decirle que ha hecho bien en dejarlo y que tenga mucho cuidado con el hombre que elija nuevamente. Por otra parte pienso que este hombre será el primero que le pague sus adicciones.
En estas estaba cuando veo que se acerca y se sienta junto a ella Perro flaco (siento no saber su nombre, y tampoco otros a los que se lo he preguntado); a mi me mira con una sonrisa maliciosa.
Perro flaco, me cae bien; jamás lo he visto con una cerveza y cuando ha salido el tema de la depresión me ha dicho que el pasó por una. Con una cuerda iba para quitarse la vida cuando unos conocidos se lo impidieron; esto han sido otros lo que me los han contado. Posterior a este ultimo encuentro, y después de haberme dicho Edwards que bebía, he investigado y me han dicho que beber no bebe, pero que le da a los puros y a las colombianas.
¿Qué saldrá de la unión de Raquel y Perro flaco?.. No será mucho el tiempo que tarde en saberlo, y doy por supuesto que no será nada bueno. ¡Ojala me equivoque!
¿Es este el mejor de los mundos?


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4 comentarios:

Anónimo dijo...

creo que no has abierto el correo,tampoco se si esto te llegara, la que tu siempre has considerado frivola y vacia,y eso que venimos de una familia digamos extraña.podras adivinar quien soy

Anónimo dijo...

considero que la decision que has tomado es muy rica, no la comparto porque yo no puedo permitirme ni el lujo de sentir, cuando me voy a la cama, que lo hago en un momento,me tengo que pellizcar para saber que estoy viva, puesto que el dia ha sido dedicado a todos menos a mi, a pesar de la idea que tu has tenido siempre de mi

Anónimo dijo...

y por ultimo conservo una foto tuya vestido de marino mercante.besos cuando me descubras comprenderas todo lo que te estoy diciendo nuestra extraña familia los antepasados seminaristas militares maestros, y los nuevos miembros del opus dey con numeros 1 en la carrera,los mios mas humilde historiadores y mediavelistas (no veas tu )

Anónimo dijo...

Joder, sigo enganchadísima. Despertaste "casualmente" mi curiosidad por el Perroverde, me propuse leerte en orden cronológico y, como he hecho mía tu máxima de solo proponerme cosas que vaya a hacer, aquí me tienes, en 2009 ya, el año en que te "conocí".
Y tras esta consentida intromisión en tu vida, tus sentimientos y tus reflexiones, después de leer toda tu evolución desde 2007, el año en que empezaste a publicar tus escritos, solo puedo decir qué "hermosa odisea"... y sonreir.
Un beso,
P
P. D.: El comentario que me precede me suena bastante, y hace más acuciante el sentimiento de intromisión en unos sentimientos y recuerdos que no son los tuyos, sino los de alguien a quien conozco desde otra perspectiva. Extraña sensación.