sábado, 31 de enero de 2009

Pequeña crónica de la vida de Oscar, Perro flaco

En el escrito anterior, decía que Edwards se quejaba de que Raquel lo había dejado por otra persona que también bebía; no tarde mucho en saber que esa persona era Oscar y por lo poco que había hablado con él, me costaba creer que esto fuera cierto. Hice lo posible por preguntárselo personalmente.
Leer el resto No, esta vez no he tenido que escuchar estoicamente la vida de nadie de los que a mi se acercan, he sido yo el que se la he tenido que arrancarla y la verdad sea dicha me ha costado trabajo y puede que haya varias razones para que estuviera reminiscente, entre ellas que junto con nosotros estaba Luis (Nadie mejor que él conoce el listado de los alcohólicos/ drogadictos de este pueblo).
Mi primera pregunta fue: Yo puedo asegurar que no bebes, pero las habladurías dicen que sigues dándole a los puros y a la coca, ¿es esto verdad?
Sonrisa difícil de describir; algo así como de humildad, cansancio y quizás autosuficiencia.
No, no es cierto.
No solo lo creo, sino que me alegro y bastante. Oscar desde el primer momento, no solo me cayo bien, sino que lo consideraba una persona especial del que me preguntaba que hacia rodeado de los otros personajes a los que en nada se parecía. Callado, cara de inteligente, su eterna sonrisa, y raramente intervenía en las conversaciones, aunque si prestaba atención a todo lo que decíamos.
No desperdicio la oportunidad para saber más de él. Como he dicho me cuesta trabajo sonsacarle, aunque una vez que se decide, noto que le hacia falta desahogarse y conmigo a pesar de la presencia de Luis, lo hace.
Mi madre murió cuando yo tenía un año por la mordedura de una serpiente coral. Noto que cuando esto me dice, siente no haberla disfrutado en su niñez. Es una pausa prolongada la que hace, para continuar diciendo que no tuvo tal niñez.
Su padre se caso con otra mujer, mujer que no solo no lo acepto como hijo, sino que incluso hizo que su padre mas que como tal ejerciera de tirano, hasta el punto de que con una correa, liada por un extremo en su mano, y dejando libre el extremo de la hebilla, es curiosa la lentitud con que describe este hecho, le pegaba tales palizas que le marcaban las espaldas, donde se señala. No solo fue maltratado por su padre, sino que un tío suyo también utilizo en él este tipo de maltrato, pero con todo el que más le dolió, pienso no estar equivocado, no fue el maltrato físico, sino que su abuela, por parte de padre, dijera refiriéndose a él, que ella no tenía nieto. Con posterioridad a estos hechos, ejerciendo de camarero, se le acerco alguien diciendo que lo conocía y el experimento la misma sensación; lo achacó a la llamada de la sangre. Cuando se dieron a conocer, era tío suyo, le dijo que quería presentarle a su abuela y le dijo que él no tenía abuela. Es curioso que cuando se refiere a su familia dice que no los odia pero que no les gustaría volver a verlos.
Fue a los doce años cuando acompañado por un nica mayor que él, se fue a Panamá donde estuvieron juntos cuatro años, transcurrido ese tiempo el nica volvió con los suyos y el prolongo su estancia en aquel país no por mucho tiempo mas. Cuando se despidieron el nica le dijo: Ya te enseñe todo lo que sabía.
¿Qué te enseño?
A distinguir el bien del mal, fue su contestación.
Vuelta a Costa rica donde se hizo cocinero profesional y trabajó en la construcción y como de tonto no tiene un pelo, siendo muy joven llego a maestro de obras, ganando en Malpaís, lo que entonces y en la actualidad es una verdadera fortuna: Quinientos mil colones semanales.
Malpaís fue su cementerio. Dinero y drogas en este lugar son una bomba de la que no pudo escapar. El mismo al principio de su relato me había dicho que el alcohol era la peor de todas, puesto que era la puerta al resto de ellas.
Le entra prisa, quizás arrepentido de haberme contado su vida, y no pude escuchar de su boca la época en la que quiso quitarse la vida, su depresión y de cómo puñetas consiguió salir de ella.
Mi paciencia es infinita, así que quería hablar nuevamente con él, intentando que fuera a solas para sacarle más detalles, pero Oscar esta ennoviado. Todas las tardes, coincidiendo con las horas en la que me siento en las mesas de mi playa, aparece acompañado de Raquel, cogidos de la mano, cosa rara en estas latitudes, se sientan en mesa aparte y la verdad sea dicha, me jode interrumpir ese idilio.
Tiempo habrá para que nuevamente pueda hablar con él, aunque no necesariamente sea de su vida, sino quizás para animarlo a que salga de ese ambiente. Ya Luis se ofreció para hablar con alguien de Cóbano, para que asista a un curso de ingles.
¡Suerte Oscar!

Con posterioridad he conseguido algunas fotos de Oscar, por lo que con una de ellas encabezo el escrito.

Serpiente coral


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