viernes, 6 de febrero de 2009

Puntarenas, mi gran olvidada

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Es curioso que desde mi estancia en Costa Rica, he hablado varias veces de San José, de Malpaís, de mi pueblo y de otros desplazamientos que he hecho desde mi llegada, y sin embargo de Puntarenas, ciudad a la que le tengo verdadero cariño entre otras razones, porque en mis tiempos de navegante fue la única que visite de este país, aun no lo haya hecho.
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Cruzar el Golfo de Nicoya y pasear por Puntarenas, lo hago con mas naturalidad que si anduviera por Granada, y no es para menos; trabajo me costaría contar la de veces que en ella he estado. Circunstancias mandan, la residencia me esta costando una verdadera odisea. Sin ir mas lejos, hoy a las seis de la mañana, he tomado el autobús hasta Paquera

Nunca dejara de asombrarme este desplazamiento tanto por el numero de paradas, la cantidad de gente de pie, el que unas veces cobren al entrar en el autobús y otras al salir y la pericia de sus conductores con una máquina tan desfasada); en Paquera la lancha (El ferry salía a las nueve), debido al fuerte viento que por estas fechas sopla por estas latitudes la mar estaba algo brava, atravesar el Golfo de Nicoya (navegaría por el con los ojos cerrados) y llegada al mercado sobre las ocho y media.
El mercado esta en pleno centro de la ciudad, muy cerca todos los bancos y los principales comercios, y andando hasta Migración (yo que no daba un paso sin coger un taxi).
Mi viaje de hoy tenía algo de especial; tan no confiaba que me aumentaran la visa que en la mochila llevaba todo lo necesario para esta noche pernoctar en el Hotel La Punta y mañana a primera hora salir para Nicaragua. Todo lo tenia preparado, incluso había decidido que mi destino no fuera Managua sino Masaya, ciudad que no me quedare sin ver aunque ya doy casi por seguro lo haré de turista y no por necesidad como iba a ser el caso de hoy.
Gracias a una funcionaria y a su compañero, con los cuales tengo, no digamos amistad, aunque si una buena relación después de tantas veces como los he visitado, que buscando subterfugios legales han conseguido prolongarme la visa hasta que me lleguen los documentos que me han “consularizado” en la Embajada de Costa Rica en España. Tengo que destacar la ignorancia de mis abogados españoles que ya daban por supuesto que con el paso de dichos documentos por la citada embajada mi residencia en este país ya estaba resuelta.
Tenia tiempo por delante hasta la salida del Ferry de vuelta, así que me he dedicado a pasear, ver comercios e incluso he estado en una peluquería, primera vez que lo hago desde que abandone España (cinco meses).
En especial para mi es un ciudad mas bonita que San José y por supuesto las ciudades de la costa. Su estilo sigue siendo colonial y los puestos callejeros me retrotraen a mi niñez. Su embarcadero, que no puerto, al que acuden principalmente barcos de pasajeros y su paseo marítimo con cantidad de restaurantes son de otra época.
No todo es bueno en esta ciudad, me han hablado de un barrio marginal de pequeñas viviendas en el que abunda la droga y la prostitución. A dios gracias no lo conozco.
Especial recuerdo me ha quedado del ya citado Hotel La punta y de una pequeña soda junto a la venta de billetes del ferry.


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