La bahía de las lamentaciones

Últimamente, mis tertulias en las mesas de la playa, se están convirtiendo en un confesionario en el que yo soy el muro de las lamentaciones. O tengo cara de bueno o de imbécil.
Normalmente los nicas son callados y soy yo el que tengo que sonsacarles y hacer que entren en conversación, pero anteayer, aun estaba yo solo cuando se me acerco Chele (Alfredo) afincado hace doce años en Costa Rica. Estaba yo de mal humor porque quizás tenga que volver a San José a seguir con los dichosos documentos de mi residencia y no estaba el horno para bollos, pero a Chele no había quien lo parara; aventuras en su país, su llegada a este, en qué trabajaba, el por qué me dejo cuando llego Luis y un sin fin de anécdotas a las cuales no preste mucha atención.
Leer el resto Luis, dueño de un hotel de cabinas, nadie lo había visto sentado por las mesas, pero desde que sabe que yo estoy todas las tardes en ellas es rara la que no viene a explicarme lo mal que esta el turismo, como consecuencia su hotel, y las posibles soluciones para que este estado de cosas no continúe.
Ayer fue otro nica, el cual me explica que un gringo, le dejo un terreno dentro de su lote (finca), que el se construyo un pozo y llevo la electricidad desde no se desde que distancia.
Un tico que nunca había visto por aquí, aunque sentado en otra mesa, en uno de sus viajes al Súper a reponer birra, decide sentarse conmigo, no sin antes pedirme permiso. Completamente mamado, comienza a hablarme en ingles. Le insisto para que me hable en español, pero cuando esta en el otro mundo al parecer es el único idioma con el que puede comunicarse. Me dice que es de San José, que tiene un hermano con un cargo muy importante, el cual no digo por si es cierto, y en caso de que alguien supiera su identidad correría peligro su vida, pero su principal problema es que esta muy enamorado de una puta y su familia no la acepta. Cuando decide irse se empeña que vaya con el a su casa, y al ver que no lo consigue, son varias las veces que me pregunta si lo iba a delatar.
Con todo ha sido Edwards, aunque este no en las mesas de la playa, sino viniendo de visita a mi casa el mas constante. El primer día se presento con su doña, su hermana y su sobrina. Les saco bebidas, y a él cerveza por supuesto, comida, llega la mía, no me hace gracia comérmela delante de ellos, así que a esperar. La pesca esta muy mal, su oña no tiene infernillo de butano y no quiere guisar en el de la suegra.
Otro día viene el con la oña, se me sientan junto a la piscina, y vuelta a contarme la historia del infernillo.
Aparece otro día por la mañana, pero al escuchar el ruido de una moto, que mas bien sonaba a latas, no se por qué me imagino que es él, y no le abro, pero el hombre es constante y ayer mientras comía, me aparece y el infernillo había quedado en segundo lugar, puesto que ahora es que no tenían ni para comer. Me doy por vencido, le pregunto cuanto necesita y la verdad es que me quedo asombrado de lo poco que me pide, advirtiéndome que me lo devolverá. Uno es bueno, o tonto, pienso que es verdad y le digo que es un regalo.

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