lunes, 1 de marzo de 2010

Un día de tertulia

El día de calor; ya esta llegando el calor húmedo. Aparte de las peripecias para hablar por Messenger, nada anormal. Ducha y para la playa.
Primera mesa ocupada, segunda también, en al tercera la tertulia gringa, cosa rara en ellos, puesto que lo suelen hacer en la cuarta o quinta. Podía sentarme en la cuarta pero no, hoy tengo ganas de charla desde el principio, así que lo hago en la segunda en la que se encuentran Norberto, Espartaco, Leroy, Williams, el camello del que todavía no he preguntado su nombre y un acompañante de Norberto al que veo por primera vez.
Los atardeceres pintan.
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El tema de conversación a mi llegada era Alejandro, al parecer le han puesto la cara como un zapato. Ojos cerrados de los puñetazos y varios cortes producidos por los mismos. Me interesa el tema, Alejandro me hace gracia, se ríe por todo y la verdad, para mi es un buen muchacho, cosa que les trasmito a los demás.
Si, pero pierde la cabeza cuando bebe, dice el camello
El cinco por ciento del cerebro que no debemos usar, el lo usa cuando esta tomado
¿Como fue? pregunto
Se coló en una buseta que llevaba gente para el hotel, y allí se despicho, le pego a dos mujeres y los guardias lo sacaron a golpes.
Es para verle la cara
El dice que no recuerda haberle pegado a nadie
Diversos comentarios sobre los efectos de la droga junto con el guaro
Los maes se descamisan, suben a la mesa y bailan
Hembras bailando en la tapa del carro, se quitan el braisier y hasta las braguitas
Las mujeres se descontrolan y cuando despiertan están acostadas con cuatro o cinco maes a la vez
Llega uno en su carro, se acerca a la mesa y le pide al camello la moto. También le pide las chanclas y lo deja descalzo.
Va a ver a la mujer
¿Y por que no va en el carro?
El carro no llega a donde tiene a la oña, no se como aguanta allí. Sin luz, sin servicios y para llegar el camino esta lleno de gradillas
Cuando nadie se lo esperaba, Williams saca la cartera y le da dinero al camello para que se cobre lo que le debe. Sigue camino
El camello asombrado: Se lo he pedido varias veces y nunca me lo ha dado, y hoy sin pedírselo, me lo da.
Debía tener mala conciencia, porque vuelve y me pregunta cuanto me debe. Le digo que tranquilo que mañana me pagara. Solo le di un rojo pero estaba tan tomado que ni sabe lo que le di. Mañana le diré que cinco, con lo que tendré para prestarle unas cuantas veces. Esta táctica me esta dando un buen resultado. Hago de banquero, pero evito la sangría que antes me suponía la primera mentira del tico.
Solo quedan Norberto, su acompañante y Cartago. Hoy el que tiene y por lo tanto comparte es el primero, eso si el saca el dinero y manda a alguno de los otros a que vayan a por una Imperial.
¿Y Javier?, le pregunto a Cartago
Lleva un tiempo sin beber y esta como asustado.
Es verdad, anoche lo llamé cuando venia de su venta de abalorios para que se sentara conmigo, saludó sin dar voces y continúo su camino. Cuando pasé por su casa esperaba encontrármelo en su típica postura de sentado y con los pies en la pared, pero estaba dentro y la puerta cerrada.
Solo quedamos Norberto, acompañante y yo. Norberto tiene los ojos vidriosos y rojos y a pesar de estar sentado hace como esfuerzos para mantenerse derecho, el amigo con cara de felicidad, ríe de todo.
Mejor ocasión para que Norberto me cuente su versión de por qué no puede volver por su tierra, no voy a tener.
Cuéntamelo
No quiere que su amigo sepa que por asuntos de drogas tuvo que salir por piernas.
Desvía la conversación y me cuenta cosas que no había hecho otras veces. Me describe isla Violín, la isla aledaña de la que es propietario el padre, que tuvo que salir escapado cuando le pego tal bofetón que sangro por la oreja y que se fue con un indio de ciento tres años que sacaba oro de una vieja mina (No sabia que isla Violín esta llena de ellas). Me cuenta como extraían el oro y la cantidad.
¿Por qué lo dejaste?
El indio murió a causa de una hernia que le llegaba hasta la rodilla, que metía en un saco y se la amarraba a la cintura.
Sigue camino y gana sus primeros cincuenta dólares. Estaba en lo alto de un palo de pipa, cuando un gringo se los ofrece por bajar con la cabeza hacia abajo (cabrón gringo, seguro que se divirtió a costa de que un niño se podía haber matado).
No me imaginaba la fuerza que tenemos en las piernas. Cambia de tema y me cuenta que estuvo dos años y medio dedicado a la artesanía. Me muestra el collar que lleva puesto y me dice que ahora esta haciendo una tortuga aprovechando el caparazón de una.
Lo que no creía ocurre, las nubes han ido en aumento y no esperaba ver la luna, pero en un claro aparece. Me llego a fotografiarla y cundo vuelvo la mesa esta vacía.

Es hora de volver.


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