miércoles, 6 de mayo de 2009

Granada y su Albaicín, visto desde la lejanía

Imágenes tomadas por Antonio Jiménez del Pino

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Granada… ciudad a la que le tenía verdadera manía.
Nací en Motril, pueblo de Granada situado en la costa y que en mis tiempos de estudiante de bachiller no tenía instituto, razón por la que teníamos que subir a la capital para examinarnos con todo lo que esto lleva aparejado de viaje, estancia en un hotel y los puñeteros exámenes fuera de tu terreno. Recuerdo que era verdadero miedo lo que pasaba. Si no aprobabas en Junio, se fastidiaba el verano; teníamos que ir a clase todos los días incluyendo los sábados, y a mi no hubo curso en que no me suspendieran una o dos asignaturas.
En Motril tampoco había hospital, por lo que cualquier enfermedad que se saliera del resfriado tenías que subir a la capital.
Con estos antecedentes no es precisamente buen recuerdo lo que tenia de Granada.
Fue en los últimos años de mi vida laboral (finalmente me vino la depresión por la que me dieron la incapacidad absoluta para todo tipo de trabajo) en la que siendo Jefe de Redes de la empresa que suministraba el agua potable, cuando la conocí a fondo (el agua llegaba a los sitios mas recónditos de la misma). El , en especial, me alucino.
Mi hija me ha mandado esta colección de fotos tomadas por un amigo suyo y la verdad es que he hecho un recorrido muy agradable por el mismo. La lejanía hace que incluso lo sientas como más tuyo.
Si querer me vienen a la memoria aquellos versos de Francisco A. Icaza que tanto vi en las cerámicas granadinas

Dale limosna mujer
que no hay en la vida nada
como la pena de ser
ciego en Granada


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