Se puede salir del pozo
Hola ¿?, perdona la demora..... Te hacía en viaje y supuse no leerías hasta dentro de un tiempito.... hasta que entré anoche al blog y veo que estás ahí... Me pasaba eso como a ti pero con las crisis de pánico, Josema. Supongo que no me enfurece los bajones porque como buena melancólica al fin los he vivido toda mi vida, y salía de ellos renovada, aunque supongo que se podría decir también de eso que he vivido "al borde del abismo", je. Bueno, a ambos los voy sobrellevando, y te cuento cómo... En primer lugar, las crisis de pánico, que aunque no me has dicho que las sufras, creo que puede ser válido igual el sistema para los bajones.... y es que les doy la bienvenida. ¿Parece locura, no? En realidad no es que les dé la bienvenida, claro... simplemente los analizo cuando no los estoy sufriendo, y de ese análisis surge... pues que acaban. Sí, se van, he sobrevivido a ellos. Y surge que cada vez aparecen menos, cada vez pasa más tiempo en que aparezcan. Así que mirándolo racionalmente y con toda la lógica posible, tienden a desaparecer, me he convencido de ello. Con esa convicción, cuando llegan y me sacuden hasta el alma, me digo: "te irás, vas a irte y cesará este tormento, y una vez más yo habré ganado la partida, y un día ya no regresarás porque ya no valdrá la pena"... No es fácil, claro. No es sencillo convencerte que darás en tierra cuando resistes una tormenta en alta mar, supongo, que de ese tú debes saber... porque el pánico es un repiquetear del corazón que te resuena en todo el cuerpo y te sacude, a la vez que un vacío te va absorbiendo a una velocidad que supongo supera la de la luz... pero que parece no acabar nunca. Y entonces acaba, luego que pasaron quizás unos escasos minutos, y a uno le parece que fue una vida... y entonces, bañada en lágrimas me digo "tenía yo razón"... Es una especie de conjuro, amigo... y a mí me funciona. En cuanto a los "bajones"... pues que sí, que a veces son hasta bienvenidos... Mira, a medida que fui madurando me convertí en muro... muy, pero muy sensible, aprendí a la vez a dominar mis emociones con los míos, en mi afán de protegerlos. Por muchos años intenté ser muro para cuanto ser humano se cruzaba conmigo, y aún para los seres del mundo animal. Cada quien cumple un rol en este universo, y sentí que el mío era contener, sostener, empujar y, aún cuando desfalleciera no permitir que se notara, para que el otro pudiera sentir de todos modos el apoyo. Supongo que eso fue como "desinflándome" por dentro. Así que más o menos a los ¿?, comencé a vivir etapas que quizás otros puedan interpretar como avisos de la depresión que más tarde me atraparía, aunque yo sé que no fue así, y que por el contrario fue por intentar prescindir de esas etapas que me atrapó. Un par de veces al año, sobrepasada ya, al borde de la explosión, yo pasaba unos días "flotando" por la casa y entre los míos, así, tal cual. En esos días me abandonaba, y lloraba en silencio y suavemente durante varios días, flotando por la casa, porque los míos que lo sabían lo respetaban. Ya lo habíamos hablado, ya les había explicado de qué se trataba, y si bien estaban pendientes, no se asustaban. Y voy a intentar explicártelo tal como se lo expliqué a ellos, ¿vale? Pues bien, como te dije, un par de veces al año ya iba desbordada... en ese esfuerzo de ayudar a personas que parecían llevarse todo lo positivo, toda la fuerza de mi espíritu. Era como ir cayendo dentro de un pozo, y aferrarse con todas las fuerzas sin conseguir detener la caída, y sentir a la vez que iba perdiendo fuerzas, y el temor me invadía. Verás que yo trato siempre de explicar las cosas como si pudiera materializarlas, y es que eso ayuda, porque de esa forma puedo planificar, elaborar un plan. Así que acababa abandonándome, tal cual. Es decir, viendo que al intentar detener la caída era como contrarrestar la "atracción de la tierra", la fuerza que el fondo del pozo ejercía sobre mí con fuerzas disminuidas, veía que, en lugar de agotarlas de esa forma era preferible dejarme caer y ya en el fondo abandonarme hasta reponer mis fuerzas poco a poco. Y así era... me abandonaba, dejaba que todas las lágrimas salieran ya sin freno, y pasados unos días me sentía renovada, lista para la pelea. Y mira tú... a lo largo de mi vida fui enfrentando muchas cosas muy duras, pero así iba permaneciendo fuerte. Antes, lo preveía, me tomaba mi tiempo, lo elaboraba; después, cuando ya no lo hice, pudo conmigo. No sé, te lo comento porque quizás en el comentario puedas sentirte identificado, o encontrar algo que pueda serte útil para ti mismo. Aunque cada uno de nosotros somos diferentes y lo vivimos en forma diferente, no obstante hay cosas que nos son comunes, y a veces lo que ayuda a otros si bien no necesariamente nos es útil a nosotros, por lo menos sí nos sugiere para buscar lo que sí puede ayudarnos a nosotros. En cuanto a los poemas... bueno, es que en realidad no son poemas, sino simples reflexiones, Josema, solo una manera de sentir las cosas, que suelo escribir para mí misma, o a lo sumo compartirlos con amigos muy amigos. La ventaja que le lleva a la poesía es que no necesita que entiendas o te guste la poesía para comprender o no... simplemente, es lo que brota de la sensibilidad de uno. Pero de poesía no, porfi!!! Que no resistiría la primer crítica, vaya... (Ya voy viendo que no estás, que no te vi en todo este rato)
Si alguien se siente identificado con este escrito, le pido paciencia y la aseveración de que se puede salir del pozo. El mío ha sido muy profundo y he salido. No desfallezcas por el camino.
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