jueves, 10 de enero de 2008

Pedir la muerte. Mi padre lo hizo

A mi también me han visitado los Reyes Magos este año. Llevaba tiempo detrás de llegarme a la civilización a por un disco duro externo, cosa que sabia mi hija, por lo que me lo han regalado por estas fechas. Mi hija cuando le digo que cuando me llegue la hora de abandonar este país, para irme a mi paraíso soñado, que todo lo que me pienso llevar tiene que caber en una mochila, me toma por un poco loco, pero lo sigo pensando y de ahí venia lo del disco externo, porque aunque en su día me compre un PC portátil con esa idea, ya me parece demasiado voluminoso. Llevo dos días metiéndole datos, pero en especial lo que mas me desespera es la colección de música, contenida en ochenta y dos discos entre CD`s y DVD`s. Hoy llevo ya unos dos tercios metidos, y mientras en plan rutinario iba haciendo el traslado, no se si estaba triste o que las cosas vienen a la mente cuando uno menos se lo piensa, me he acortado de la muerte de mi padre.
Siempre fue un gran fumador, aunque dudo que fuera esta la causa, pero no era la primera vez que se metía en una mesa de operaciones para hacerle un by pass en arterias obstruidas, por lo que la última vez, lo vi como si fuera a cambiar de traje. Lo ingresan unos días en el hospital para prepararlo para la operación e incluso lo veía contento, porque después de toda una vida fumando había conseguido quitarse. Llega el día de la operación, espera que siempre es penosa, y cuando sale el cirujano, le preguntamos como había ido la cosa a lo que nos contesta que la operación había sido un éxito. Un amigo mío, médico en aquel hospital, me deja su bata y entro a verlo a la sala de recuperación en la que solo podía entrar el personal sanitario. Todavía estaba con los efectos de la anestesia, por lo que viendo que la cosa iba bien y estando en mis tiempos de workolismo, me fui para el trabajo.
Pasan los días, y donde era normal que estuviera un día o dos y lo pasaran a la cama de su habitación, la estancia se va prolongando, sin que nadie nos dijera la causa. En estos casos siempre te pones en lo peor y acertamos, puesto que llego el día que lo sacaron, pero en vez de a su habitación lo pasaron directamente a la Unidad de Cuidados Intensivos. Explicación que nos dieron: Estaba bajo de defensas, y un “virus oportunista” lo había invadido, pero que lo recuperarían.
Nunca había escuchado hablar de los dichosos virus oportunistas, pero indagando, me entero que son unos tan de baja intensidad que una simple desinfección, con lejía, de un hospital acabaría con ellos, pero siempre están tan escasos de quirófanos y de camas que nunca la hacen, por lo pagamos un tributo de muertes perfectamente evitables por derivar gastos de la sanidad para otros menesteres indeseables.
Había que ser fuerte anímicamente para entrar en una UCI. Todos los enfermos que allí estaban, aparte de estar inconcientes estaban entubados hasta las cejas y con una serie de aparatos a su alrededor midiendo sus constantes vitales. La mayoría de los familiares de los que allí estaban, los veían a través de unos cristales y no precisamente porque no dejaran entrar, sino porque no soportaban aquel ambiente. A mi me toco entrar si no todos los días, casi; tan es así que el médico amigo, me dijo que no fuera estúpido y que yo no lo hiciera tan constante, que me podía traer malas consecuencias.
Nunca he visto la muerta tan cerca en el prójimo. Te fijabas en los que estaban en las demás camas, y cuando volvías al día siguiente, a la mitad ya los habían sustituido por otros. Estuve presente en alguna recuperación de alguien que se les iba. Siempre me acordaré del personal sanitario, médico/as, enfermeros/as, que allí había. ¿Cómo es posible que estuvieran tan familiarizados con la muerte? En principio, creí que a todo nos acostumbramos en esta vida, y que para ellos es como si estuvieran poniendo ladrillos, pero me acuerdo en especial de una enfermera que me dijo que aunque pareciera que mi padre no me escuchaba, que no parara de hablarle que seguro que el me escucharía y de un médico que me explico que nunca se daba por vencido, aunque con este tipo de enfermos probaran todo tipo de antibióticos que ni aun habían sido probados en personas normales.
Era una hora diaria de monologo, recordándole nuestras aventuras; mi padre además de padre ha sido, con diferencia, el mejor amigo que he tenido, hasta que un día veo que se mueve y que quería transmitirme algo. Primero sorpresa y después impotencia para entender lo que quería, recuerdo que estaba entubado, por lo que le pedí a una enfermera un cuaderno y un lápiz e intente llevándole yo la mano para que escribiera algo, pero también comprendí que lo que quería decirme era más simple. Sé que me señalaba hacia la mesita que había junto a la cama y unos movimientos raros de los dedos. Hizo varios intentos y cuando comprendió que no me había conseguido transmitir lo que quería siguió en su inconciencia.
Ese día, salí cabreado conmigo mismo por no haber sabido aprovechar la oportunidad, pero la película de lo que había pasado, no paraba de pasarme por la cabeza intentando descifrar lo que había querido pasarme. No se si ese mismo día, o al siguiente, caí y ¡Ojala no lo hubiera hecho! ¡Como podía haber sido tan tonto, para haberlo captado en ese momento, si era clarísimo lo que me había dicho! Me señalaba los tubos que pasaban por encima de la mesa y el movimiento que hacia con su dedo índice y medio era el de unas tijeras. Fue lo último que dijo en su vida. No se si artificialmente lo mantuvieron allí una semana o dos mas, en las que yo en vez de contarle aventuras intentaba transmitirle que si se rendía ya no tendría remedio, pero por otra parte comprendía que justo en aquel momento en que pidió su muerte, ya lo había conseguido. Serian las cinco de la mañana cuando nos avisaron que había fallecido.
Cuantas veces me he preguntado, que es lo que pasaría por su cabeza, para desearla y lo he comparado con lo que sentía cuando yo también la deseaba y aunque estoy convencido que en los dos casos fue lo mismo, el dolor, también estoy convencido de que han sido dolores diferentes.
Es la primera y ultima vez, por ahora, que le he llorado a un muerto.

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