martes, 11 de diciembre de 2007

Morir de miedo y sentidos en alerta máxima

Tengo que reconocer que cuando no llego al fondo de una cuestión, soy obsesivo. Son varias las veces que en este diario, he mencionado que después de salir del cenit de mi depresión, y lo que es por ahora, no siento ningún tipo de miedo, pero es que incluso anterior a la misma, he descrito situaciones en las que he visto llorar a los que me rodeaban por miedo a la muerte. En mi escrito anterior, digo que no tengo ninguna fobia, que al fin y al cabo es un miedo a un algo. No, no me creo un extraterrestre ni ningún ser especial, por lo que he recurrido a la memoria y al fin he encontrado un momento en el que pase miedo y no fue un miedo cualquiera, sino un miedo inmovilizante.
Tendría unos diez años. En una habitación, dormíamos un hermano mío y yo; cuando me acosté, mi hermano ya estaba en su cama. En aquellos tiempos era mucho lo que corríamos y los juegos en su mayor parte eran a base de esfuerzos, por lo que caías en la cama rendido y te dormías sobre la marcha. Estaba en ese punto en el que abandonas el mundo de los vivos y entras en de los sueños, cuando siento que el colchón se elevaba, lo que a mi me parecían cinco o diez centímetros. Volví al mundo de los vivos y me dije ¡Vaya con el gracioso de mi hermano!, se ha metido debajo de mi cama y la esta subiendo para asustarme, por lo que encendí la luz para regañarle, pero ¡Oh sorpresa!, mi hermano estaba en su cama; mire bajo la mía y tampoco había nada. Apague la luz e intente seguir durmiendo, pero el sueño ya no venia tan fácil, pensaba en los motivos del movimiento del colchón. Cuando ya estaba otra vez dejando este mundo, vuelven a aparecer los movimientos del colchón. Note que el miedo me iba invadiendo mientras que mi mente trabajaba a una velocidad de vértigo intentando encontrarle una explicación al fenómeno, pero el miedo era mas rápido que mi raciocinio, por lo que iba aumentando exponencialmente, hasta el punto de que quería escapar, pero estaba paralizado. No se si fueron segundos, pero notaba que moría, cuando mi organismo me proporciono esa energía necesaria para la respuesta de lucha o de huida. Di una patada sobre el colchón y salí disparado como una bala.
No recuerdo el tiempo que estuve en el salón. Ahora fue a la inversa, me iba bajando el miedo y aumentando el razonamiento, y como nunca he creído en fantasmas, volví a intentar buscarle explicación a lo que me había pasado y no encontrándole ninguna me dije que la explicación tenia que estar en la cama, por lo que con bastante respeto volví a ella con todos mis sentidos en alerta máxima. ¡Y volvieron los movimientos!, pero esta vez, vencí al miedo y puse mi atención en todo lo que experimentaba y ¡Dios!... ¡Que estupidez! ¡Que alivio! En aquellos tiempos dormía boca abajo y no era el colchón el que se movía, al inspirar el pecho se inflaba, y daba la sensación de que me elevaba.
Lo que mas se me ha grabado en la mente es como el miedo paralizo mi cuerpo y se perfectamente de que va la muerte súbita.

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1 comentarios:

Gaby Gaby dijo...

Interesante anécdota Jose Manuel, lo que mas me gusta es la explicación a ese miedo y como nuestra mente puede ponernos en esos aprietos... sentir miedo, ese que espanta y para corazones...
Saludos