El dolor indescriptible del alma
Hace casi una semana que no he tenido ni fuerzas, ni humor para continuar con mis comentarios en este blog. Continúo y espero que por un espacio de tiempo lo suficientemente dilatado.
Lo veía venir. Ya la amenaza de lluvia me aviso de que los cabrones neurotransmisores, aun no están completamente regenerados. El miércoles nada mas despertarme pedía que ese día no debiera continuar, pero el tiempo es inexorable y continuó. Haciendo un gran esfuerzo llegué al medio día. Volví a acostarme. Al levantarme ya rabiaba, ya estaba aquí el dichoso trastorno de ansiedad, así lo llaman los psiquiatras, pero cuando me he quitado de fumar, he experimentado la ansiedad y no es esto. Intente en plena crisis describir lo que sentía, pero las dificultades de comunicación me lo hicieron imposible; solo acerté a hacerme una foto con la cámara Web (Nunca había visto el aspecto que presentaba) Mantengo que una cosa es la ansiedad y otra el dolor del alma. Las neuronas son el soporte de la psiquis.
Tronaba como hacia tiempo que no lo hacia. He aquí lo que las neuronas habían captado con anticipación. Lo peor es que siempre que lo hace soy un maniático comprobando que todas las ventanas estén cerradas. Lo pensé y me dije si había una abierta que entrara un rayo de una puñetera vez. Sin darme cuenta, estaba jugando a la ruleta rusa y bien es sabido que quien e eso juega, es porque ya esta muerto. Ahora a toro pasado se que ya no llegara la época en el que deseaba la muerte con insistencia. No estoy muerto. Se que estos sufrimientos son brevísimos comparándolos con los que he pasado, pero también se que cada vez me sientan peor porque en cada uno de ellos, me repito de que estoy seguro este es el ultimo y termino creyéndomelo.
Después de la tormenta el barco queda fatigado, pero esto lo soporto bien y mas sabiendo que la fase que viene a continuación es de bienestar.
He aquí la ventaja de los que creen en un dios. Si yo lo tuviera le rogaría que no me vuelva a repetir, pero yo se que dependo de mi y haré todo lo que este en mis manos para que no me repita. Por lo pronto creeré firmemente que me esperan otros.
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