A mi sobrino Joaquín
En primer lugar me dirijo a ti Joaquín. Se que mas tarde o mas temprano leerás este mensaje.
Por dos medios diferentes, me ha llegado tu invitación para que vaya a verte al molino. Te conozco lo suficiente como para pensar que no ha sido la imbecilidad humana la que te ha guiado a cometer semejante disparate. Tampoco quiero creer te hayas deshumanizado tanto como para ver las cosas bajo semejante prisma. Puede que el que se imagine los disparates sea yo.
Te voy a recordar algo de nuestra historia. En primer lugar, aunque no biológico, fui tu primer padre. Cuando viajaba por esos mundos, si pensaba en algún regalo para traer a mi vuelta era el tuyo. Eras muy pequeño, pero los mejores juguetes que encontraba los compraba para ti. En mis estancias en tierra, te llevaba conmigo a todas partes, en aquel tiempo tenia el Spider descapotable y en el íbamos al puerto a que vieras los barcos, a tomar café; te tenía que subir en un taburete para que se te pudiera ver. ¿Te acuerdas cuando nos fuimos los dos solos a pescar a la playa de la Rijana? Pasado el medio día y no habiéndonos llevado comida, terminamos encendiendo un fuego y sobre una piedra al mas puro estilo Robinsón, nos comimos la carnada. Y de Guajar, se que de esto si te acuerdas. Nos íbamos de excursión los dos solos y entre otros arreos nos llevábamos una sartén en la que nos freíamos huevos. Ya siendo más mayor, cuando fuimos nadando desde Salomar hasta Playa Granada, más de dos quilómetros, mirándonos el uno al otro para ver quien se rendía antes.
Sabes perfectamente, que después de la separación de tu tía, llevo mas de dos años retirado del mundanal ruido. Me conoces muy bien. En este tiempo has estado varias veces en Granada, anteayer estuviste, y estando a diez minutos de donde vivo, no se te ha ocurrido venir a verme. ¿Cómo se te ha podido pasar por la imaginación que sea yo el que tengo que hacerlo?
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