viernes, 21 de septiembre de 2007

Me encantan las tormentas. Relampagos y truenos

Me despierto; duermo con la ventana abierta a pesar de que el tiempo ya ha refrescado bastante; veo que esta muy oscuro, pero a pesar de no tener reloj, el biológico me dice que ya he dormido lo suficiente; al poco ya comprendo lo que pasa, se esta desencadenando una tormenta. Siempre me han encantado las tormentas. Pienso en los perros, pero los tengo acostumbrados como a tales y aguantan el agua y el granizo estoicamente; les abro la puerta del garaje, les doy su ración de carne y se la dejo abierta, porque al agua se que no le tienen miedo pero a los truenos si.
Mi cerebro me pedía si no tormenta, al menos lluvia. Desconozco que relación existe entre los neurotransmisores y el cambio de estaciones, pero tengo por seguro que a los depresivos les afecta; al menos a mí. La lluvia limpia a la atmósfera y por lógica esto debe ser bueno.
Estoy disfrutando como un enano. Aunque tomo mis precauciones, la observo por los cristales y cada relámpago me parece maravilloso y el crujir de los truenos tienen un ruido tan especial que me da la impresión de que la naturaleza nos advierte a través de ellos de su poderío. También pienso en los alienados en su trabajo que ni siquiera pueden disfrutar de estas pequeñas cosas.

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