viernes, 25 de julio de 2008

Historia reciente de Europa según Noam Chomsky

Si miramos algo atrás en la historia, vemos que Europa fue la región más salvaje y brutal del mundo durante siglos. Establecer el sistema nación/estado en Europa fue un programa de asesinatos y destrucción en masa. En el siglo XVII, probablemente un 40% de la población de Alemania fue eliminada por culpa de la guerra. Durante este proceso de salvajismo y brutalidad, Europa creó una cultura de salvajismo y una tecnología de salvajismo que le permitió conquistar el mundo. Y el resto de Europa no se valió de políticas más suaves. Incluso un país tan pequeño como Bélgica fue capaz de matar probablemente unos 10 millones de personas en el Congo.
Puedes continuar leyendo... Todo esto, evidentemente estaba asociado con la arrogancia racista más extrema, y finalmente culminó en dos guerras mundiales. Desde la Segunda Guerra Mundial, Europa ha estado en paz, no porque los europeos se hayan vuelto pacifistas, sino porque se dieron cuenta que la próxima vez que se pusieran a jugar al juego de matarse los unos a los otros, seguramente acabarían eliminando toda la población mundial. Han creado una cultura de salvajismo y una tecnología de destrucción tan grande que este juego se ha tenido que acabar.
La Segunda Guerra Mundial representó también un cambio muy acusado en el poder mundial. Los EE.UU. habían sido la economía más poderosa en el mundo durante mucho tiempo, mucho más poderosa que la de Europa, pero no tenía un papel tan relevante en los asuntos globales. Dominaba el hemisferio occidental y hacía incursiones hacia el Pacífico, pero en la esfera política permanecía en un segundo plano respecto de Inglaterra e incluso de Francia.
La Segunda Guerra Mundial, sin embargo, lo cambió todo. Los EE.UU. se beneficiaron enormemente de la guerra, y el resto del mundo quedó gravemente afectado y destruido. La guerra acabó con la Depresión, la producción industrial prácticamente se cuadruplicó. Los EE.UU. acabaron la guerra poseyendo literalmente la mitad de la riqueza mundial y con una incomparable fuerza a nivel militar y de seguridad. Los planificadores del gobierno federal ya sabían que esto pasaría. Planificaron una situación de dominación global en la cual no se toleraría que los otros países ejercieran su soberanía. En Europa, al final de la guerra, hubo una oleada de democracia radical, de antifascismo, de resistencia, de movilización obrera (bastante significativo en algunos casos) y la primera tarea de los EE.UU. y de la Gran Bretaña, los conquistadores, fue ahogar este intento. Así que, en un país tras otro, incluyendo el Japón, la primera tarea de los denominados liberadores fue ahogar la resistencia al fascismo y reinstaurar el orden tradicional. Quizás no con el mismo nombre, pero sí con los mismos líderes. Fue una batalla que no pasó de un día a otro. Por ejemplo, Italia era probablemente el objetivo principal de la subversión de la CIA, como mínimo hasta los años 1970, para intentar limitar la democracia italiana, debilitando el movimiento obrero cuyo crecimiento no podía ser tolerado. En caso contrario, el orden económico que ellos dominaban podría hundirse gradualmente. De ahí que las élites europeas tuvieron que aceptar una posición en la cual los EE.UU. pasaba a ocupar su rol tradicional de dirigente mundial que hacía uso del salvajismo y de la barbarie. Las élites europeas aceptaron este cambio, compartiendo parte de las ganancias que EE.UU. conseguía, consecuencia de su dominio global.
No es que los demócratas radicales perdieran en Europa completamente, de hecho, ganaron un nivel importante de democracia social. En realidad, los europeos viven mejor que los estadounidenses en muchos ámbitos: están más sanos, son más altos, tienen más tiempo de ocio. Los EE.UU., especialmente a partir de los años 1970, tienen aproximadamente el número más alto de horas de trabajo en todo el mundo industrial, con los sueldos más bajos, los peores beneficios sociales, y los peores resultados en el ámbito de la salud. Fijémonos sólo en la altura de las personas: cuando un americano viaja a Europa, la primera cosa que le sorprende es lo alto que es todo el mundo, y esto es literalmente verdad. Por lo tanto, Europa ha obtenido muchas ganancias de su posición subordinada (dejad que los EE.UU. vayan al frente en la carrera de la destrucción, de la masacre, etc.) y esto ha hecho que se adquiriera un cierto grado de complacencia. Podríamos decir que los europeos casi respiran aliviados: tras siglos de salvajismo y barbarie, nos relajaremos e iremos detrás de otro, dejaremos que otro lo haga por nosotros y nos dedicaremos simplemente a disfrutar de los beneficios.
Las clases políticas, las clases empresariales, etc., no ponen ninguna objeción a esta actitud. Aquello que tú denominas “americanización” es realmente la extensión del control de las clases empresariales europeas. Las clases empresariales europeas están muy satisfechas. Están estrechamente integradas con las clases empresariales de los EE.UU. Quizás existe algún conflicto, pero están realmente integradas de manera bien estrecha con los EE.UU.
Si nos fijamos en el supuesto conflicto entre las clases empresariales de los dos continentes, vemos algo que es muy interesante. Supuestamente tenemos un mercado libre, o así debería ser, considerando la ideología dominante. De hecho, sin embargo, tenemos un sistema económico basado en el estado. El dinamismo de la economía de alta tecnología proviene en gran medida del sector público, de lugares como este en el que nos encontramos ahora mismo (Massachusetts Institute of Technology), que hacen la investigación básica que entonces se ofrece a capitales privados para explotarla. A menudo se expresa en formas casi cómicas. Un ejemplo es la industria aeronáutica, una de las principales industrias exportadoras. La industria de la aviación civil está dominada actualmente por dos empresas, Airbus y Boeing, las cuales están enfrentadas constantemente en la Organización Mundial del Comercio para ver cuál consigue más subsidios del estado. De hecho, las dos empresas son filiales de los poderes públicos. En los EE.UU., las compañías aéreas comerciales son en gran medida filiales de Air Force y Aerospace del gobierno federal, y no existirían sin estas entidades.
En Europa, la industria de la aviación civil recibe impresionantes subvenciones del estado. Recientemente, se manifestó una gran protesta en los EE.UU. por el hecho de que Airbus hubiera ganado un contrato para abastecer de combustible los aviones de la Air Force americana. Ahora bien, cuando miramos el contrato podemos ver que, en realidad, el contrato es con una empresa americana trabajando conjuntamente con Airbus. En realidad, estas empresas están altamente integradas. Y esto es lo que denominamos un mercado libre: industrias con base pública integradas la una con la otra. Pero , para las clases empresariales europeas y americanas, esta es una situación aceptable, y dado que ellos dominan en gran medida sus sociedades, no hay ningún problema.
Continúa existiendo una lucha de clases, que aflora constantemente y existe el riesgo para el establishment que pueda explotar. De ahí que nadie hable de clases. El establishment constantemente niega su existencia. Una de mis hijas es profesora en un colegio del Estado que tiene estudiantes de familias relativamente pobres, las aspiraciones de los cuales son llegar a ser, mayoritariamente, enfermeras o policías, o algún trabajo parecido. El primer día de clase, ella siempre les pide que se presenten, que identifiquen su clase social, que escojan una palabra que los clasifique. La mayoría no han oído hablar nunca de ello, pues en EE.UU se supone que no se ha de utilizar esta palabra. Las respuestas que obtiene son “clase baja” o “clase media”. Si tu padre trabaja de portero en algún lugar, perteneces a la clase media. Si tu padre está en la cárcel o está en paro, perteneces a la clase “baja”. Estas son las dos clases posibles. Esta es una trampa ideológica. La idea que la clase depende de quien da las órdenes y de quien las recibe se escapa de la conciencia. Ahora bien, bajo esta percepción existe una conciencia de clase. En cuanto hablas con gente de clase trabajadora, te responden inmediatamente porque así lo sienten.


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