domingo, 20 de abril de 2008

Encina, arce y quejigo sembrados por Jose

Para mi sembrar un árbol, siempre es una buena noticia, y si además han sido sembrados por mi hijo, más aún.
Esta mañana me desperté temprano y el tiempo seguía igual, más de otoño que de primavera. Serian las once y viendo que el cuerpo no me respondía, me he echado en la cama y sin darme cuenta me he dormido. Cuando me he levantado sobre la una, ya estaba aquí Jose y al no ver a Eva me he imaginado que Jorge seguía con fiebre, como así me lo ha confirmado. Me dice que ha comprado unos árboles y que va a sembrarlos; lo acompaño y cuando acaba se pone a llover a cantaros.
Aquí dejo constancia de ello y ojala algún día les pueda decir a sus hijos, si es que alguna vez los tiene, que los sembró él.
Que crezcan con salud.

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1 comentarios:

Gaby Gaby dijo...

Un arbol da continuidad a la vida, es asombroso si te das cuenta que ese es un gesto que lo sobrevivirá a el y que de paso lo trasciende. Bonita costumbre.
Saludos