Mi cerebro. Amor odio o síndrome de Estocolmo
Lo mío con mi cerebro es un síndrome de Estocolmo en toda regla. Yo mismo no acabo de comprender como tratándome tan mal, aun sigo admirándolo. Nos conocemos a la perfección. Al despertarnos nos saludamos, pero tengo que reconocer que el lleva la iniciativa. Esta mañana lo primero que me dijo es que no opusiera resistencia ni le gastara ningún truco, porque hoy me lo iba a hacer pasar mal. Siempre me queda la duda de cogerlo a traición y con un baño frío a tiempo, o con un ansiolítico cuando no se lo espere, ganarle un poco la partida. El aviso de esta mañana se que iba en serio.
Asearme, ¿para qué? ¿Peinarme? ¡Vamos hombre! Me tengo que mirar al espejo y no tengo ganas de ver una piltrafa humana.
Aun me encuentro con algo de fuerzas así que aprovecho para echarles su ración de carne a los perros. También aprovecho y me preparo un Cola Cao y un café. Ya me cuesta escribir mi diario. Dudas. ¿Cama u ordenador? Voy a intentarlo con el ordenador. No me funciona el explorador de Internet. Mucho problema para unas neuronas nulas. No lo pienso mucho y me echo en la cama. Si acabo de despertarme como voy a seguir durmiendo. ¡Bueno! Intentare leer algo. ¡Estas putas revistas no tienen otro tema que no sea la política y los cabrones políticos! ¡Que se pudran! Dejo a la revista y a mirar el techo: Llega lo que temo, las dichosas preguntas ¿En estas circunstancias para que quiero vivir? Menos mal que hoy, al menos, no tengo ansiedad. Me acuerdo de Myriam y lo que me dijo. Si estoy tan mal es porque después estaré bien, así que pensare, en que pasare esta racha y en lo que haré cuando me encuentre bien. No me alivia mucho.
Me levanto, me voy junto a la piscina a tomar el sol. Ya que estoy aquí el por qué no me pego un baño. Tengo la seguridad de que no me va a hacer ningún efecto.
Por fin llega el medio día. Tengo que comer algo, y algo como, pero la mayor parte se la come el Fideo.
Un Trankimazin bajo la lengua para ver si duermo una siesta profunda y en cuanto me levante me tiraré a la piscina. Hoy no me sale nada bien. Me despierto y veo la piscina lejísimos. Pruebo con el ordenador. Algo tenía que salir bien, funciona el explorador de Internet. ¿Y qué? Me vuelvo a echar en la cama.
Llama Eva. No la engaño y le digo que estoy en una de mis crisis. Ya ella me dice que esta se me esta prolongando.
Llama Juani. Estaba en la cama. A la segunda llamada me levanto y hablo un poco con él. Me dice lo que hacia y lo que sentía, pero no hay dos depresiones iguales.
Mañana, que espero que llegue, que sea el reverso de hoy.
Foto que acompañe a este escrito. No la veo. Otro día será.
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1 comentarios:
Desconocido Asceta,no sé cómo llamarte, pero he dado con tu blog buscando otra información y claro...lo he leido y te digo con sinceridad que me ha sobrecogido! yo, justamente soy una "antidepresiva"(y que Dios no me lo quite nunca!)y siempre me han intrigado las depresiones ya que soy una "positiva a toda prueba",y no me odies por ello...jejeje....
Lo primero que quisiera preguntarte, si te apetece contestarme....es......
¿A qué dedicas tu tiempo libre? porque el tener algo para realizar,algún hobby que te satisfaga,algun talento que hayas desarrollado o tengas por desarrollar....ayuda mucho.
Mientras,brindo por la recuperación de la salud para que llegues a disfrutar de éste mundo, a pesar de la infame clase política!
Un saludo afectuoso !
Bettina
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